El tema de leche sí o leche no, es un tema muy complejo que no tiene una respuesta rotunda, quedando en última instancia como una decisión personal.
La principal razón por la que se recomienda el consumo de leche y derivados es por su calidad nutritiva, sobre todo por el hecho de que es el alimento más rico en calcio.
No obstante, realmente no es necesario tomar leche para tener una buena salud ósea. Pero eso no quiere decir que sea un alimento perjudicial para todo el mundo, con algunos matices.
Las poblaciones que consumen lácteos y son sanas, como los Maasai, por ejemplo, no consumen leche pasteurizada y homogeneizada como se hace en los países industrializados.
Las poblaciones tradicionales consumen leche cruda y fermentada, que tiene unas propiedades totalmente diferentes a la leche procesada industrialmente, sobre todo en cuanto a la concentración de ciertas vitaminas, y otros compuestos como el glutatión o las bacterias probióticas, importantes en la salud. No obstante, la leche cruda tiene ciertos problemas asociados a la posible infección por bacterias y que no se pueden obviar.
Volviendo a la leche industrial, que es la que se consume en nuestra sociedad, suele haber mucha confusión acerca de si debe formar parte de una dieta sana o no. La razón es que la mayoría de las personas piensan que el problema está en la lactosa, debido a que un 65% de la población no puede digerir la lactosa, generando problemas gastrointestinales.
Consecuentemente, se tiende a pensar que tomando leche sin lactosa se erradica el problema de la leche. No obstante, los riesgos de la leche van más allá de la digestión de la lactosa. Debido al tipo de proteínas que tiene la leche (a diferencia de la carne), es capaz de inducir una fuerte producción de insulina, en otras palabras, tiene un índice insulinémico elevado, comparado incluso a los hidratos de carbono refinados.
La producción de insulina elevada puede dar lugar a enfermedades y alteraciones como acné, miopía, cáncer de las células epiteliales, síndrome de ovarios poliquísticos, menarquia (primera menstruación) temprana o incremento de la estatura.
La leche también aumenta significativamente los niveles sanguíneos de una proteína llamada IGF-1, involucrada en el cáncer. En adición, ciertas proteínas de la leche aumentan el riesgo de enfermedades autoinmunes como la diabetes tipo 1 o la esclerosis múltiple.
Recientemente se han publicado varios estudios donde se ha visto que las proteínas de la leche, pero no de la carne, producen una sobre-estimulación del complejo de enzimas-cinasas mTOR, involucradas en patologías como cáncer, acné o diabetes tipo 2.
Finalmente, cabe destacar el hecho de que la composición de la leche de vaca es un 80% de caseínas, comparado con un 20% en la leche humana.
Además de eso, se ha visto que la beta-caseína A1, pero no la A2, da lugar a la producción de beta-casomorfina-7 en el aparato gastrointestinal, proteína involucrada en enfermedades neurológicas y cardiovasculares.
Interesantemente, la leche que se consume en los países industrializados contiene sobre todo caseína A1, la que está asociada a las enfermedades mencionadas anteriormente.
Por otro lado, la alergia a las proteínas de la leche de vaca es una de las más frecuentes, sobre todo en niños.
En resumen, la leche es un alimento con un valor nutritivo alto que forma una parte importante de la dieta de ciertas poblaciones que son bastante sanas. Sin embargo, la leche que consumen esas poblaciones es muy diferente a la que se consume en los países industrializados, y además tiene ciertos riesgos para la salud derivados de la posible infección por bacterias.
En personas genéticamente susceptibles a enfermedades cardiovasculares, autoinmunes y alergias, el consumo de leche puede ser un factor que aumente el riesgo de esas enfermedades.
Además, la leche no contiene ningún nutriente que no se pueda obtener de una dieta equilibrada basada en pescados, carnes magras, frutas, verduras, tubérculos, frutos secos y huevos.
Como conclusión, debido a que el consumo de leche “industrial” tiene ciertos riesgos para la salud, y que no aporta ningún nutriente que no se puedan obtener con otros alimentos, aplicando el sentido común es mejor evitar el consumo regular de leche para la mayoría de la población. No obstante, puede haber casos particulares donde el consumo de leche no suponga un riesgo para la salud, es lo que se llama individualidad.
Finalmente, casi todas las poblaciones tradicionales con una salud excelente no consumen leche, lo cual indica que no es un alimento totalmente necesario.
Maelán Fontes Villalba, MS
Doctorando en Nutrición Humana, Universidad Complutense de Madrid
Fuente: www.maelanfontes.com
Fabio Diez - PersonalPRO
Entrenador Personal - Nutricionista - Divulgador Nutricional